Por Eunice Aranibar...........
Martín era un niño que tenia 6 años aproximadamente en esos tiempos.
Martín era un niño que tenia 6 años aproximadamente en esos tiempos.
Fuimos
a entrevistarle, porque nos llamó la atención su historia y nadie le creía.
Estas fueron sus palabras:
“Me
despertaba y la oía gritar por las noches, pero no eran solo gritos eran
alaridos que venían desde las entrañas de la tierra, desde muy al fondo.
Eran
chillidos desesperados, aullidos, gritos, gritos, rugidos incluso, gritos,
gritos y gritos desgarradores que se prolongaban y se prolongaban por todo lo que
fuera necesario, minutos y horas.”
Él
lo decía con los ojos llorosos y una voz temblorosa.
Algunas
palabras no se le podían entender.
“Yo
daba vueltas en la cama y me ponía almohadas alrededor de la cabeza. Intentaba
tapar mis oídos hasta el punto de hacerme daño, pero lo seguía escuchando y
escuchando.
-Hermana
¿qué te pasa?, ¿qué te pasa?, ¡dime, hermana!, ¿qué es lo que te sucede ¿ ¡Dime
algo, por favor! – le pregunté a mi hermana.
Pero
ella solo gritaba.
Un
día fui y le di unos pañuelos con olor a lavanda que le gustaban mucho. Pensé
que el olor la relajaría, pero ella seguía gritando, gritando y gritando, y yo
siempre le decía:
-Hermana
dime que te pasa; sino me lo dices, no te podré ayudar, me tienes que decir
algo. ¡¡Dimeee hermanaaaa!!
Nada,
todo era inútil.
Era tal mi desesperación que una noche me
levanté, me coloqué encima de ella y desesperada le pregunté:
- Hermana,
¿qué te pasa? Dime, hermana ¿qué te pasa?
Yo
veía solo la oscuridad, que una pequeña distancia nos separaba.
Le
pedí que me contara por qué emitía aquellos aullidos insoportables.
Ella
escuchó mi voz, se dio cuenta que estaba ahí, y dejó de chillar.
Por
fin, por fin dejo dejé de escuchar sus gritos.
Mi
madre vino y me dijo:
-!!
Que haces ahí¡¡ Tienes que dejar de hacer ESTO, ya lo has hecho varias veces
POR FAVOR deja de hacer esto, vuelve a casa.
Me
lo dijo con una voz llorosa, y me agarró de la muñeca con mucha fuerza.
Yo
le pregunté:
-Pero
mamá, ¿qué sucede?, ¿acaso no la escuchas mamá?. ¡Está gritando!, ¿Es que no la
oyes? ¿Tú no la escuchas, mamá?
Y
me levanté con las rodillas llenas de tierra, sucias y mi mamá me sacudió la
tierra de encima y me levanté sobre la lápida de mi hermana, pero no serviría
de nada, porque aunque ella estaba allí enterrada yo siempre la escuchaba
gritar y gritar.
Martín
40 años de edad sigue oyendo los gritos de su hermana.