Por Noelia Arencibia....
Érase una vez una niña llamada
Carla nacida en Ecuador, que fue adoptada cuando tenía tan solo dos años.
Su madre había muerto al dar a
luz y a su padre, hombre alcohólico y problemático, le quitaron la custodia de
la pequeña. Así fue como ella terminó en un orfanato de monjas.
Las monjas le daban de comer y
la cuidaban, pero no era lo mismo que tener un calor de hogar. Cuando Carla
cumplió los dos años, apareció una pareja que venía del extranjero. Buscaban a
una niña que llenara sus vidas. La vieron corretear por el pasillo y supieron
que tenía que ser ella la que ocupara ese lugar.
La pareja llamada Carmen y Juan
venían de España.
Cuando terminaron de gestionar
y tramitar papeles pudieron llevársela a casa, a Barcelona, España.
Al llegar, la niña era muy
pequeña, lo cual le permitió disfrutar de su infancia, sintiendo todo el amor
de sus padres y familia.
Estos la educaron con mucha
felicidad a su alrededor y sus estudios siempre fueron muy buenos. Con el
tiempo fue creciendo y sus padres no le ocultaron sus orígenes puesto que eso
no cambiaría el cariño que tenían hacia ella.
Carla no se lo tomó nada mal,
pero cada día iba teniendo más dudas y preguntas.
Pasó la adolescencia con muchos
obstáculos, como cualquier otro niño.
En 3º de Secundaria, a finales
del primer trimestre, Carla les propuso a sus padres viajar a su país de origen
para saber y conocer cómo se vivía allí.
Ellos aceptaron, pero las
únicas fechas disponibles eran las vacaciones de Navidad, así que no tardaron en
sacar los pasajes para finales de diciembre.
Una vez en Ecuador se
hospedaron en un hotel. La misma tarde de su llegada, salieron a visitar las
calles y todo estaba lleno de decorados navideños: luces, árboles gigantes con
bolas y guirnaldas, esculturas con renos llevando el carro de Papa Noel…La
verdad es que no había nada que no estuviera adornado.
Carla estaba encantada por lo
que estaba viendo, todas las calles estaban iluminadas. Veía como la gente
vendía caramelos y galletas por las calles. No se pudo resistir y compró dos
bolsas. La gente era muy feliz, los
niños iban jugando por la calle y cantando villancicos.
En Ecuador se celebra la Novena del Niño, fiesta que
realizan nueve días antes de que nazca el niño Jesús. Cada día se reúnen las
familias para rezar, porque allí son muy
religiosos y es algo muy importante para ellos. Cantan villancicos, bailan y
hacen una merienda cena. Se lo pasan muy bien juntos y a Carla eso le fascinó.
Poco a poco fue aprendiéndose
los villancicos típicos de allí y cada día se lo pasaba mejor. No quería que
eso terminase.
Allí Papa Noel existía para los
niños pequeños y la noche del 24 de diciembre llegaba con muchos regalos. A Carla le trajeron un juego de mesa y tres
videojuegos para la wii.
El día 25 todos los niños
paseaban por la calles con sus respectivos cochecitos y muñecas. Ella se dio
cuenta de que la Navidad
no era igual que en España. Los Bolivianos eran muy humildes y casi no tenían
nada tecnológico pero los niños eran felices con un simple juguete. No
necesitaban nada más.
Ya era tres de enero y tenían
que regresar a España, pero en el aeropuerto antes de coger el avión, Carla les
dijo a sus padres:
- Mamá y papá, estas son las mejores navidades
que he pasado. Me he dado cuenta de que no es tan importante lo material, lo
más importante es el amor de la familia. Lo que hemos vivido aquí juntos ha
sido algo muy
especial y doy gracias a Dios por teneros junto a mí.
Noelia
Arencibia